En la actualidad, estamos rodeados de infinitos agentes externos que nos influyen en todos los aspectos. Pues bien, a raíz del mercado tan competitivo que existe las marcas son uno de los más potentes, y cada vez ponen más esfuerzos en influir y por lo tanto en modificar nuestros comportamientos, aunque en la mayoría de casos no seamos conscientes de ello.
La crisis, un desencadenante de esta guerra
Inicialmente, las empresas que más se esforzaban por influir en nuestra mente principalmente eran las más fuertes del mercado y por lo tanto conseguían mantenerse como líderes y tener clientes fieles a su marca o bien conseguían atraer al público que querían, modificando su percepción.
En los inicios de la crisis económica, los consumidores empezaron a consumir marcas blancas, por lo que se creó un nicho de mercado bastante contundente, ya que el precio era un aspecto que se tenía cada vez más en cuenta y esto influía en gran medida en sus decisiones de compra.
Por lo que tras este crecimiento abrumador y tras la crisis económica, las marcas blancas se estabilizaron y no podían decepcionar a sus clientes. Por lo que se centraron en mejorar constantemente sus productos, innovar y adaptarse a la sociedad o a centrarse en categorías determinadas, como es el caso de Mercadona.
A pesar de su gran oferta, que actualmente cubre todas las necesidades, en los últimos años le ha dado gran protagonismo a su gama de cosmética, ofreciendo productos de calidad y creando expectativa. Por ejemplo, el verano pasado lanzó al mercado una crema anti-edad a un precio muy accesible (5 euros) pero con los mismos ingredientes y propiedades que una exitosa crema de la marca Sisbela (de un precio aproximado de 60 euros). Sin duda, este hecho creó furor y dio de que hablar, tanto en medios tradicionales, como digitales e incluso boca a boca. Tanto es así que generó tanto deseo por parte de los consumidores que se agotó en todos los supermercados de la cadena, y aún hoy, cuesta encontrarla en stock.
Mercadona no es la única marca blanca que juega con estas estrategias, y verdaderamente consiguen influir en el subconsciente de los consumidores. Saben cuáles son sus puntos fuertes y como utilizarlos.
¿Cómo procesa nuestro cerebro las marcas blancas?
Como sociedad consumista, somos más susceptibles a unas marcas que a otras. Por ejemplo, la mayoría de consumidores relaciona marca con calidad asegurada; por lo que al final, en muchos casos toman decisiones impactadas por cuestiones marquistas.
Se han realizado estudios que constaban de dar a probar a los consumidores dos productos similares, pero uno era de marca y otro de marca blanca sin revelarles cual era cual. Sin duda, los productos que mejor puntuación recibían eran los de marca blanca.
Sin embargo, cuando se trataba de marcas muy consumidas, como por ejemplo Coca-cola, el subconsciente y el paladar del consumidor (que tienen memoria y se educan) percibía ese como el producto que más le había gustado ya que no es que fuera más bueno, sino que era el más similar a la idea que tiene de ese producto.
En conclusión, podemos ver que las marcas consiguen introducirse en nuestro subconsciente a través de valores, sensaciones y emociones. Y en muchas ocasiones, aunque queramos eso es algo incontrolable. Por lo que las marcas blancas tienen una ardua tarea frente a las marcas líderes que nos han acompañado durante mucho tiempo.
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